Expertos de 188 países trabajaron durante tres años en la nueva normativa ISO 14001:2015, que, desde el primer momento, se presumía más exigente que la anterior, puesto que las empresas ya estaban demandando que, a través de ella, se pudiese integrar la gestión ambiental en los demás sistemas de gestión. Por ello, y atendiendo a las cuestiones que se planteaban, algunas empresas comenzaron a trabajar en paralelo para poder obtener su certificación ambiental y que esta fuese conforme a los nuevos requerimientos.
Tuvieron en cuenta que la nueva normativa respondería a la estructura de alto nivel, común a todas las normas de gestión ISO, y reforzaron su labor en aspectos ligados al liderazgo y a la estrategia empresarial, para favorecer una mayor protección del entorno que tuviese en cuenta el ciclo de vida de los productos y actividades. Además, contemplaron las exigencias en cuanto a garantizar una comunicación más transparente y efectiva; y así, muy poco tiempo después de la actualización de la norma, lograron la certificación conforme a la misma.